Antes de que termine el mes en el que celebramos el Día Internacional del Trabajador, me gustaría compartir algunas reflexiones sobre uno de los retos más grandes y quizás menos visibles del mundo laboral actual: la convivencia entre personas, perfiles y generaciones. No me refiero solamente a diferencias de edades, sino a la valiosa interacción que se genera entre colaboradores con distintas trayectorias dentro de nuestra Familia Progreso, hasta el valor que aportan quienes recién se incorporan a ella.
Celebrar esta fecha implica reconocer a todos quienes conforman nuestro equipo de trabajo. Y, dentro de ese reconocimiento, es esencial valorar cómo el trabajo colaborativo entre profesionales con amplia experiencia y las nuevas generaciones crea el escenario ideal para aprender unos de otros, compartir conocimientos y enriquecer la forma en que abordamos los desafíos actuales y futuros.
En mi rol actual en Progreso y Cámara de Industria, he tenido la fortuna de presenciar esta dinámica generacional de forma cercana. Los colaboradores con mayor trayectoria, aportan una visión de largo plazo, basada en años de aprendizaje continuo, conocimiento profundo del negocio y resiliencia frente al cambio. Al mismo tiempo, quienes recién se incorporan traen una energía renovada, curiosidad, nuevas ideas y una gran capacidad de adaptación y adopción a nuevas tecnologías y realidades.
Cuando estas fuerzas se unen y se encuentran, surge una fórmula muy poderosa: la del crecimiento compartido. Por eso, aquí les comparto tres razones que, desde mi experiencia, confirman el valor transformador del encuentro entre distintas generaciones en nuestro equipo de colaboradores y su impacto positivo en la construcción de organizaciones más inclusivas y resilientes.
- El poder de la experiencia
Quienes llevan décadas en una misma organización han sido testigos de múltiples transformaciones: industriales, tecnológicas, sociales, económicas, etc. Esta perspectiva histórica les permite tomar decisiones más informadas, evaluar riesgos con mayor claridad y anticipar consecuencias. Es, en esencia, un conocimiento que no se aprende en libros, sino en la práctica diaria del trabajo.
En Progreso valoramos profundamente esta experiencia. Prueba de ello es el reconocimiento a la Trayectoria 2024, un espacio interno en donde celebramos la vida profesional de los colaboradores que cumplieron 15, 25 y 35 años de pertenecer a nuestra familia laboral. Ver a las personas que han dedicado su talento y esfuerzo durante tanto tiempo es una inspiración, pero también un compromiso de seguir siendo un Empleador Preferido que ofrece esos proyectos de vida, no solo el empleo, de quienes trabajan con nosotros.
Estos colaboradores no solo son expertos en sus campos, sino también expertos en nuestra compañía, Progreso, y los principales embajadores de nuestra cultura organizacional. Por eso muchos de ellos son mentores naturales de las nuevas generaciones, porque comprenden el negocio y los valores que nos sostienen desde hace más de un siglo.
- El espíritu innovador
También debemos celebrar a quienes están iniciando su camino profesional. Las nuevas generaciones se integran a nuestro mundo laboral, con una visión fresca e innovadoras habilidades.
Todos nuestros colaboradores, desde los más antiguos hasta los recién llegados, están cargados de ese aire fresco y curioso que tanto nos caracteriza. Iniciativas como Progreso X, la impresión 3D y los Premios Granito de Oro, son ejemplos de ello, proyectos con lo que hemos podido descubrir y destacar a nuestros talentosos colaboradores, con gran potencial internacional y representando la mirada hacia todas las posibilidades que nos ofrece el futuro, todo en base a nuestras cinco prioridades estratégicas.
- Colaboración intergeneracional, una ventaja estratégica
Si queremos que nuestra industria tome el mayor provecho de esta diversidad generacional, debemos dejar atrás la idea de un simple relevo generacional. Lo que realmente transforma a una organización es una colaboración activa, en la que todas las edades tienen un lugar, una voz y un valor reconocido. Como líderes, hay algunas claves que debemos tener presentes para asegurar una convivencia armónica y constructiva para los colaboradores de todas las edades:
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- Empatía: Entender que cada generación ha sido moldeada por contextos diferentes. Escuchar sin prejuicios y comprender sin imponer es el primer paso para generar confianza. La empatía nos permite mirar más allá de los estereotipos y valorar las motivaciones reales de cada colaborador.
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- Balance: Promover espacios donde convivan la estabilidad que brinda la experiencia y la agilidad de las nuevas generaciones. Las organizaciones saludables son aquellas que no sobrevaloran ni subestiman, sino que equilibran perspectivas para tomar mejores decisiones.
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- Colaboración y trabajo en equipo: Crear dinámicas en las que las personas no solo trabajen juntas, sino que aprendan juntas. Proyectos intergeneracionales, mentorías cruzadas o espacios de co-creación son herramientas poderosas para derribar barreras invisibles y construir vínculos genuinos.
En definitiva, trabajar juntos aporta muchísimo valor, sin importar nuestra edad, experiencia, género o cualquier otro criterio demográfico. Progreso y todos sus colaboradores pueden contar con mi compromiso para la creación de ambientes laborales donde todas las generaciones puedan desarrollarse plenamente, aprender unas de otras y construir, desde el respeto y la colaboración, el futuro que merecemos.
Solo así, podremos seguir construyendo juntos el país donde todos queremos vivir.