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“Aspiro a seguir contribuyendo con el desarrollo personal y profesional de las mujeres para reducir la brecha de género en todos los espacios laborales y poder demostrar con acciones que somos capaces de lograr lo que nos propongamos con resiliencia y dedicación”, asegura Stephanie Melville.

Stephanie Melville se convirtió en 2018 en una de las primeras mujeres en integrar la junta directiva de la Cámara de Industria de Guatemala (CIG), un logro que cuatro años después amplió aún más al convertirse también en la primera mujer en ostentar la vicepresidencia de la junta directiva de Grupo Progreso.

Sin embargo, el trayecto hasta ahí le demandó una larga preparación académica y profesional, en la que sobresalen dos licenciaturas, una maestría y una certificación en Administración de Empresas, así como 15 años de experiencia en gobernanza corporativa.

A su llegada a Progreso, Melville se desempeñó en primer lugar como directora suplente del Consejo de Administración, puesto del que pasó luego a ser directora titular y secretaria de la junta directiva para, posteriormente, en 2022, ascender a su actual cargo de vicepresidenta. Ese mismo año, obtuvo asimismo la distinción de “Guatemalteco Ilustre”, en la categoría empresarial, una iniciativa que, destaca a personas cuyo trabajo, ideas y acciones honran al país.

“Aspiro a seguir contribuyendo con el desarrollo personal y profesional de las mujeres para reducir la brecha de género en todos los espacios laborales y poder demostrar con acciones que somos capaces de lograr lo que nos propongamos con resiliencia y dedicación”, asegura.

La ejecutiva, quien desde su actual cargo coordina asimismo el comité de gobernanza de la compañía, es también presidenta del Club Industrial y ocupa las direcciones del US Guatemala Council y de la Comisión de la cúpula empresarial, “Cacif Mujer”, desde donde promueve un mayor involucramiento de mujeres en la empresarialidad.

De acuerdo con Melville, las mujeres aportan diferentes aptitudes y cualidades, siendo cuidadosas con los detalles. Según señala, son empáticas, persuasivas y resilientes, por lo que la forma en que analizan las situaciones es distinta a la de los hombres y, en consecuencia, sus puntos de vista serán distintos.

Como parte de la cuarta generación de Progreso, sostiene que en la empresa las mujeres de la familia siempre han tenido un rol importante dentro y fuera del negocio. No obstante, el desempeñarse en el sector construcción ha implicado muchas veces para ella ser la única mujer en la sala de reuniones, lo que representa un reto por la cultura latinoamericana, indica.

Por lo mismo, agradece a todas las mujeres que se han atrevido a participar en esas posiciones de liderazgo y a marcar una diferencia. “A esas mujeres y hombres que me han acompañado y siguen haciéndolo, gracias por ser mis guías e inspiración”, enfatiza.

La ejecutiva cree en sistemas basados en meritocracia que otorguen a las mujeres los puestos de liderazgo que se merecen, en función de sus capacidades y experiencia, a la vez que subraya la necesidad de que las empresas se adapten a esa inclusión laboral femenina.

En esa línea, destaca que en Progreso un 27 % de las jefaturas, así como un 16 % de las gerencias son ocupadas ya por mujeres.

Consulta la fuente original: El Economista