Por mucho tiempo el concepto de salud ha estado centrado en asistir a chequeos médicos, llevar una vida activa que evite el sedentarismo y tener una alimentación balanceada. Sin embargo, tuvo que venir la famosa pandemia del COVID-19 para recordarnos que nos estábamos dejando en el camino un área de nuestra vida que es impactada tanto por aspectos internos como externos: la salud mental.
Según el Foro Económico Mundial, para el 2030 se estima que los costos relacionados con los problemas de salud mental serán de aproximadamente 16 billones de dólares, con B, no con M. Este monto nos tiene que obligar a hacer un alto y entender que algo a lo que se destinará tanto dinero en los próximos años, no puede ser un tema sobre el que no podamos hablar o que pase desapercibido en el trabajo. Sabemos que hemos avanzado mucho, pero me gusta pensar que venimos a este mucho para seguir siempre hacia adelante, mejorando continuamente el mundo en el que vivimos. Mi propuesta, sin tapujos y sin pena, incluirla a la orden del día y decirle: “bienvenida, salud mental”.
Mi experiencia en diversas instituciones, entre ellas la Cámara de Industria de Guatemala y Progreso, me ha permitido vivir múltiples momentos que me han motivado a abrir espacios de conversación alrededor de este asunto. Y debo aceptar que el entorno laboral ha sido uno de los terrenos más frágiles de abordar por su naturaleza inherente. Según las estadísticas, se estima que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que cuesta a la economía mundial casi un billón de dólares. Las condiciones laborales han ido mejorando porque se ha reconocido que todos los colaboradores merecemos trabajar en un entorno sano y seguro pero, ¿qué pasa si a eso le añadimos una dosis de compromiso, personalización y empatía?
Hace un tiempo me topé con un post en LinkedIn acerca del concepto de bienestar en las empresas que me encantó por lo que decía: En las empresas, muchas veces por el deseo y la buena voluntad de hacer el ambiente laboral un mejor espacio para los colaboradores, nos olvidamos de que cada persona es un mundo distinto.
Personalmente, creo que estandarizar el significado de bienestar nos va a llevar a proponer medidas que beneficien a unos cuantos y compliquen la dinámica laboral a otros. Por ello, lo importante es la flexibilidad, facilitar las herramientas y vías necesarias para que cada profesional defina cuál es el camino de mayor bienestar para ellos. Y si bien no es una tarea sencilla tampoco es imposible. Aquí les dejo tres tips:
- Crear espacios de conversación sin trabajo de por medio: Dar el primer paso, conocer, verbalizar y discutir acerca del tema: Al ser el entorno laboral uno de los principales espacios de socialización en nuestra vida, fomentar el diálogo sobre cómo estamos, sin dejarnos llevar por el día a día, va a visibilizar esa necesidad de ser escuchado que muchos colaboradores pueden sentir pero no expresan. Basta que una persona “rompa el hielo” para lograr un efecto dominó entre el resto. Introducir este problema en el día a día, e incluso hacerlo parte de nuestra cultura, va a permitir darle aires de naturalidad. La salud mental, como el resto de temas, tiene su espacio en la agenda.
- No dar por sentado lo básico, trabajar en ello: Garantizar que los ejes básicos de un entorno saludable y seguro se cumplan. Desde el entorno físico de trabajo y las herramientas para poder desempeñar correctamente las tareas, hasta impulsar el desarrollo de carrera, fomentar las buenas relaciones interpersonales entre equipos y todo lo relacionado con el balance entre la vida personal y profesional. Todos estos factores alteran e impactan nuestras emociones, nuestro carácter, nuestra forma de afrontar los retos y malos ratos, en resumen, afectan nuestro trabajo.
- Si llegamos a un punto límite, parar en seco: Fenómenos como el burn out, la ansiedad y el estrés son algunos de los más comunes que se experimentan en el entorno laboral. Identificar cuáles son los más recurrentes, las razones detrás y cuáles son los actuales métodos de afrontamiento será ideal para ir trazando un camino en conjunto que pueda desarrollar soluciones a estos problemas en el corto plazo. Estas situaciones no pueden esperar a mañana y debemos implementar planes correctivos de inmediato. Las razones pueden ser múltiples, por ello estandarizar soluciones no será el camino ideal.
Abordar la salud mental en el trabajo cuanto antes favorecerá el bienestar de los colaboradores y evitará que perjudique su rendimiento, y por ende, el de la empresa. Por ejemplo, según el reporte State of the Global Workplace: 2023 de Gallup, el 44% de trabajadores a nivel mundial siente estrés laboral, mientras que el 59% no está comprometido con la empresa. Sin duda, podemos conectar estos datos y encontrar una causa-efecto.
Es evidente que todo está relacionado: el rendimiento de los colaboradores, los resultados de la empresa, el nivel de compromiso de los trabajadores, la satisfacción de clientes externos, el impacto en la salud de cada miembro del equipo, la productividad de la compañía, etc. La salud mental influye en todos los ejes de nuestra salud, la física, social, emocional y espiritual. Démonos la posibilidad de empezar a reconocer nuestras emociones, sensaciones y estados de ánimo en el trabajo para ir cimentando un modelo que nos respete y nos ayude a todos a ser mejores.